Hace algunos años, una multinacional de belleza estaba buscando agencia de comunicaciones y a nuestra agencia la invitaron a participar en el proceso. Era una marca que nos gustaba mucho y con la cual nos identificábamos en estilo y en valores. Por esa razón, se nos convirtió en una obsesión “ganarnos a ese cliente”.
El momento de verdad sería una presentación de agencia para lo cual nos daban 20 minutos. Nos reunimos con el equipo creativo y con los ejecutivos de la agencia para diseñar una presentación memorable. Al principio se lanzaron las ideas de siempre: mostrar nuestra vasta experiencia, hacer un listado con los grandes clientes que habíamos tenido, diseñar una infografía con los resultados exitosos de un caso específico.
Pero todo eso nos sonó a lugar común. Al menos 6 agencias más (por lo que sabíamos) habían sido citadas a la dichosa presentación. Conclusión: había que buscar algo fuera inolvidable, cálido y “con piel”, como la marca que nos convocaba.
Empezamos a explorar el tema de la piel. La presentación debía incluir algo que se pudiera sentir, tocar. Descartamos algunas ideas por ser muy intrusivas, hasta que alguien dijo: algo como la toalla caliente que dan en los restaurantes japoneses. Y ahí se nos encendió el bombillo. Esa era una sensación placentera que además anticipaba un manjar delicioso. Y eso fue lo que hicimos.
Organizamos todo para que al comienzo de la presentación, al presidente de la compañía, al director de comunicaciones y al representante internacional de la marca se les entregara una toalla húmeda a la temperatura exacta, para no quemarlos, pero que tampoco estuviera muy fría. Hicimos pruebas con el microondas de la empresa y, para no fallar el gran día, tuvimos que llevarlo e instalarlo en el corredor, al lado del salón de presentación.
La presentación comenzó y las socias de Vega & Jaramillo anunciaron que antes de comenzar tenían un abrebocas. Una de nuestras ejecutivas entró con las toallas, enrolladas elegantemente y puestas en una vistosa bandeja. La sorpresa de los tres ejecutivos fue grande. Sin embargo, tomaron las toallas calientes y se limpiaron sus manos con un rostro placentero, luego de varias horas de presentaciones con otras agencias.
Luego vino el “manjar delicioso”: nuestra propuesta de trabajo. Lo demás es historia. Nos ganamos el cliente y trabajamos unos buenos años para esa marca. Hay quien pueda pensar que lo de la toalla caliente fue apenas un adorno menor y probablemente lo sea. Pero años después nos encontramos con uno de esos tres ejecutivos en un evento y lo que más recordó de aquel día fue la sensación amable y sorprendente que le despertó al tener una pequeña toalla tibia entre sus manos.La clave siempre en una presentación es despertar la emoción de nuestro público.
Esa vez lo logramos porque antes de contarles quiénes éramos profesionalmente, les pudimos “tocar la piel” y hacer sentir lo cómodos que estarían si contrataban con nuestra agencia.